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Hace pocos días el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, debió abandonar el cargo acosado por denuncias de actos corruptos. Este jueves, en la madrugada, el expresidente Luis Inácio “Lula” da Silva, candidato a repetir en el cargo en representación del partido que ayudó a fundar, el Partido de los Trabajadores (PT), fue condenado a prisión tras las acusaciones del Juez Sergio Moro en el marco de acusaciones de corrupción.
La Justicia le acusa de haber recibido un apartamento de lujo en la localidad de Guarujá, en el litoral de Sao Paulo, a cambio de beneficiar a la constructora OAS en la adjudicación de obras públicas ligadas a Petrobras.
La decisión del Supremo Tribunal Judicial de Brasil, que rechazó un habeas corpus para liberar a Lula de la cárcel, fue rechazada por seis votos contra cinco y esa decisión, tan ajustada, generó un impacto tremendo, en primer lugar, en todo Brasil donde Lula es una de las figuras consulares, el político más popular. Si las elecciones fueran hoy no hay duda que sería nuevamente presidente.
Lula como candidato tiene una intención de voto que ronda el 35% y la confirmación de su condena no tuvo impacto en su intención de voto, dado que mantuvo los mismos guarismos de aprobación. Es decir, Lula sigue siendo el político más popular de Brasil.
Por otro lado, hay millones de brasileños que lo odian porque ven el ex presidente la encarnación de la corrupción en su máxima expresión.